Por más de 7 años estudie en Rusia, como se podían abrir o potenciar las habilidades en los niños y desde que edad era esto factible. En la antigüedad los niños entre los 4 y 6 años eran observados para ver por una parte, como desarrollaban su carácter, como se desarrollaba físicamente y a los 5 años, el guía del pueblo definía que iba a ser el oficio del niño, por estas características: era sociable o introvertido? Era conversador o silencioso y observador? Le gustaba cuidar animales o personas o le gustaba jugar y pasear? Le gustaba leer en forma innata y le gustaba realizar objetos con sus manos?. Estas preguntas que se refieren a una observación de conductas externas nos permiten tener una mirada sobre nuestros niños y niñas; y en esos tiempos, la decisión era: cuidar y pastorear, cazar, ser herrero, zapatero o tener un oficio, sanador o chaman o un sacerdote o religioso. Esto a modo de dar un ejemplo, desde donde podemos observar lo que hemos denominado “inteligencia”.
A lo largo de un análisis más técnico, que el sentido común de la observación, la inteligencia como concepto ha ido evolucionando y hoy podríamos agradecer que si bien calculamos a través de test psicométricos específicos el Coeficiente Intelectual (C.I) en diferentes edades de la persona, podemos además flexibilizar este rango de la inteligencia “normal o promedio”, integrando a este parámetro o indicador, otros elementos esenciales que llevan a un concepto más amplio.
CI | Porcentaje de la población con este CI | Interpretación |
> 130 | 2,1 | Muy dotada |
121-130 | 6,4 | Dotada |
111-120 | 15,7 | Inteligencia por encima de la media |
90-110 | 51,6 | Inteligencia media |
80-89 | 15,7 | Inteligencia por debajo de la media |
70-79 | 6,4 | Retraso mental |
Fuente de información: Resing, W.C.M., y Blok, J.B. (2002). The classification of intelligence scores. Proposal for an unambiguous system. The psychologist, 37, 244-249.
Dentro de los aportes a la integración de otros elementos de lo que podemos denominar un niño o niña inteligente, Daniel Goleman, en su libro: Inteligencia Emocional, considera la capacidad del niño de socializar, de poder comprender códigos comunicacionales verbales y no verbales y además de ser capaz de incorporar una mirada más flexible, donde podemos reformular ciertos procesos y si bien a lo mejor el C.I queda como una evaluación estadística, podemos significativamente desarrollar el potencial de cada niño y niña, según otras características más relacionadas a las habilidades blandas o a factores que estimulen el desarrollo cognitivo y creativo de todos los niños en general.
Bajo esta mirada luego podemos incorporar el gran aporte del neurocientifico Boris Cyrulnk acerca de la importancia de la Resiliencia como factor de protección del niño y de su capacidad de aprender de las situaciones difíciles. Muchos niños quizás no son “tan inteligentes”, pero tienen esa capacidad de superar lo difícil, sostienen en forma adecuada la frustración, que es un gran tema en el aspecto del aprendizaje en el mundo infantil y significativamente además esta capacidad que según Cyrulnik se puede aprender, permite resignificar las experiencias, proteger del trauma y evitar daños psicológicos importantes. En mucha de su extensa bibliografía (Libro: Tutores de Resiliencia), con una narrativa amena y practica podemos aprender mucho y promover estos factores de Resiliencia.
Finalmente podría compartir que es relevante otro importante autor es el psicólogo y profesor de Ciencias de la Educación de la Universidad de Harvard, PS.Howard Gardner con su Libro: Estructura de la mente: La teoría de las inteligencias múltiples (1983) propone que cada persona posee otros talentos que se incorporan a lo que podríamos denominar “inteligencia” y señala en su investigación haber reconocido las siguientes inteligencias, que son propias de cada niño o niña.
Fuente: https://psicologiaymente.net/inteligencia/teoria-inteligencias-multiples-gardner
Por lo tanto podemos trabajar en un mayor potencial que solo el C.I, sino mas bien, un poco volviendo a la historia que les comentaba al inicio, unir observación de las conductas y si es necesario acceder a un test de C.I, que por mucho tiempo significo un diagnostico que podía significar que tuviéramos un mal pronóstico fijo y radical, que si bien es cierto como indicador esta estadísticamente reconocido, además se requieren de otros elementos hoy, para ver en su integridad la inteligencia como tal.
Un niño “poco inteligente” como para describir un supuesto hoy puede ser perfectamente de un alto C.I, sin embargo, muchos de estos niños superdotados, tienen cuadros de trastornos de desarrollo con Autismo, Asperger y son niños o niñas de alto C.I, pero presentan un “desarrollo disarmonico”. Este concepto también surge de otro test psicométrico denominado WISC o La Escala Wechsler de Inteligencia para niños. Es una serie test de evaluación psicológica que calcula el C.I Total, el C.I Verbal y C.I Ejecutivo del niño evaluado. En cada niño hay factores que nos mas fuerte o que funcionan mejor y otros que son más débiles o que deben reforzarse para potenciar le rendimiento, la comprensión y las áreas lógicas. (http://www.cedeti.cl/cedetest/test-ninos/wisc/).
Con esto quiero señalar que un C.I alto puede necesitar reforzar diferentes elementos, tales como: habilidades sociales, empatía, resiliencia, comunicación, organización cognitiva y emocional, etc. Justamente debido que en general, por lo que he visto a nivel clínico “un niño inteligente” puede ser retarido o hiperactivo porque se aburre por el ritmo de aprendizaje, puede ser mas ansioso o con menor capacidad de frustración, porque como dicen el clase “es un sabelotodo” y si este niño no es adecuadamente acompañado por sus padres y profesores, puede “pasarlo mal”, sintiéndose excluido y hasta recibir Bullying. A veces, esta brecha entre el C.I y el mundo social marca un espacio de trabajo importante para estimular las otras áreas deficientes, de forma tal de poder “armonizar” 0 “nivelar” al niño.
Con un niño “poco inteligente”, lo que tenemos como tarea es un concepto esencial: ESTIMULACION. Hoy las Neurociencias nos señalan con sus avances que las redes neuronales, los circuitos de aprendizaje y las vías cerebrales pueden ser estimuladas desde edades muy tempranas y que cada vez que estimulamos, el cerebro con su plasticidad neuronal, puede mejorar el rendimiento cognitivo y al mismo tiempo podemos como Gardner propone acercarnos a las otras capacidades y cualidades innatas que le niño tiene, para saber el cómo estimularlo. No es lo mismo un niño o niña que le gusta a música u otros que aman el deporte o las matemáticas. Por lo tanto cada niño o niña va a requerir un análisis profundo de cuáles son sus potenciales reales y luego de que tipo específico de estimulación requiere (ideal estimular en forma permanente desde nace hasta los 12 años).
Finalmente señalar que la plasticidad cerebral es también relevante y esto está ligado sobretodo en la primera infancia con la nutrición del infante. La conformación del cerebro, la organización de los lobulos prefrontales y las Funciones Ejecutivas del cerebro, son de gran relevancia, por lo tanto la desnutrición, la falta de estimulo, la falta de buen trato, el daño psicológico por castigos desmedidos y otros abusos, pueden marcar secuelas imborrables en los niños y niñas que pueden generar daño en el aprendizaje, en la memoria, en la capacidad de pensamiento, en la capacidad de interrelacionarse socialmente y finalmente reducir las posibilidades de éxito y de satisfacción personal en la vida adulta.
Si bien, es relevante “observar”, también es muy relevante ESTIMULAR, desde la estructura que se va desarrollando psicológica y neurológicamente a nivel cerebral. Ante lo cual podría señalar que es recomendable evitar el sedentarismo, muchas horas de TV o computador, no estimular la lectura, el juego, el contacto con la naturaleza, el arte o la música. Podemos a través de las Inteligencias Múltiples desarrollar todas estas y observar, que es lo que se hace mejor, con que más se disfruta y además hacer de este desarrollo funcional armónico, una experiencia positiva, otorgando al niño o niña una mirada inclusiva, flexible y sana. Fortaleciendo la Autoestima, el rendimiento y sus talentos propios.
Mariann Davila Coggiola
Psicóloga especialista en Neurociencias aplicadas al trauma
www.institutoneurociencias.cl